las escenas del comercial

Una mujer de bien

No siempre es fácil mantenerse durante años en la cúspide de la vida social, sin dar que hablar, siendo la familia perfecta: un buen marido, hijos educados en un colegio como dios manda y misa de domingo.

Como cada miércoles Juani se va de compras con su amiga Manuela, para luego desayunar en “El comercial” su café y una ración de churros a medias.

El espejo que cubre la pared del salón refleja dos mujeres maduras, con el mismo peinado de peluquería de los últimos 20 años, maquillaje, manicura perfecta y una chaqueta de cashemire sobre los hombros. Lo que viene siendo dos mujeres de bien.

La conversación versa sobre la subida de los precios y la bajada de los valores, cómo hoy en día las cosas ya no son como antes y nadie respeta nada. Son un conjunto de frases vacías que se repiten en distintas cabezas en distintos momentos, parecen destinadas a tapar lo que hay en su interior, generalmente el vacío.

Lo que queda oculto por el zócalo de mármol rojo, son las manos que se rozan por debajo de la mesa, al sentir el contacto ambas esbozan una sonrisa, mientras la electricidad de dos cuerpos al tocarse las recorre clavandose en su interior

Lo que a nadie extraña es que dos buenas cristianas vuelvan a casa del brazo y saluden al párroco que inspecciona a las ovejas de su rebaño a la puerta del templo.

Lo que nadie ve es lo que pasa cada miércoles, el día libre del servicio, tras la puerta de la casa perfectamente decorada en estilo Luis XVI, en el dormitorio presidido por una réplica en azulejo del cristo de Velazquez.

Miriam E. Monroy

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1 month ago