vivir arte a través

El efecto Kandinsky I

El móvil de Elisa empieza a vibrar, es el número de la oficina, ha olvidado que tenía una reunión y la están esperando. Manda un mensaje a su secretaria:

  • Estoy en un atasco, por favor disculpar, empezar con la reunión y me incorporo en media hora

Sale corriendo del museo y para un taxi para llegar lo antes posible, le da la dirección y acaba con la cinematográfica coletilla: “por favor, lo más rápido que pueda”.

El día ha sido un completo desastre, no ha conseguido concentrarse en nada, y esta noche la cena de vinos y quesos semanal toca en su casa. 

Ha quedado a las nueve, una hora antes saca los vinos y los abre para templarlos. Al empezar a preparar la tabla se escurre el cuchillo y se corta un dedo. La sangre empieza a brotar, corre al baño y se limpia la herida con una gasa,  afortunadamente no parece mortal, se echa alcohol y con una tirita está lista.

A la hora en punto suena la puerta, se trata de Paloma y Belén, siempre llegan puntuales, se sientan en la mesa y Elisa sirve el primer vino, brindan y comienza la tertulia.

Belén acaba de empezar a leer “Caballo de Troya”, de J.J. Benitez y la pregunta es evidente:

  • Si tuvierais una máquina del tiempo ¿A que momento de la historía viajarías?
  • A mi me encantaría conocer el antiguo Egipto, en todo su esplendor, quizás en tiempos de Ramses II, o ver cómo se construyeron las pirámides – contesta Paloma
  • Si, si… lo que tu quieres es ver a los extraterrestres – Le replica Elisa entre risas – yo la verdad es que iría a conocer a Goya, a que me invitara a la Quinta del Sordo a tomar café en el salón de las pinturas negras
  • Pues yo ¿Sabéis lo que haría? buscaría a Hitler y le mataría, así no habría segunda guerra mundial, ni holocausto, ni nada. Viajaría por el pasado matando a cabrones.

Las tres amigas empiezan a debatir sobre los pros y los contras de alterar la historia. Ya han pasado a la siguiente botella de vino, al servirla la sangre del corte rebosa por la tirita y mancha la servilleta.

  • ¿Qué te ha pasado? – Pregunta Paloma
  • Nada, que llevo un día, no vais a creer lo que me ha pasado, no he sido capaz de concentrarme y casi me llevo el dedo.
  • Vega cuéntanos, que hay confianza – Insiste Belén
  • Si es que no lo creo ni yo…
  • A ver, siempre lo podremos achacar al vino y para eso están estas cenas, para contarnos esos episodios de nuestra vida que negaremos bajo tortura.

Elisa se anima y les cuenta lo sucedido esta mañana. Tal y cómo esperaba, la cara de sus amigas pasa de la sorpresa al asombro para finalizar en la preocupación. El silencio invade la sala, ellas esperaban una historia humillante y no algo así.

  • ¿Veis? No os tenía que haber dicho nada.

Se levanta y va a su bolso, de donde saca un folio con un Qr

  • A ver quién de vosotras se atreve a instalarse esto, así veréis que no miento.

Las chicas se instalan la app mas que nada por seguir la corriente a su amiga, cambian de tema para remontar la noche. 

A la mañana siguiente, mientras toma el café, Belén abre la aplicación y ve la imagen de un marco de escaneo tal y cómo le había contado Elisa ¿Y si fuera cierto? 

Coge el café y se sienta en su despacho, abre el libro sobre la segunda guerra mundial que está leyendo. Busca el periodo de antes de la primera y anota fechas y los lugares donde se sabe que estuvo Hitler. En este tiempo está entre Viena y Munich intentando ser artista.

Con esas notas se mete en internet a buscar cuadros, necesita obras entre 1905 y 1914 aproximadamente, descarta el Museo del Prado ya que tiene poca colección contemporánea y se centra en el Reina Sofia y el Thyssen, después de un buen rato, por fin encuentra algo en este último: “La Ludwigskirche en Munich” 1908 

  • ¡Cuadra! ¡Eres mio!

Ahora tengo que conseguir pasar una navaja por la seguridad del museo. Lo que se le ocurre, es meterlo en el bolso del maquillaje, a ver si cuela.   

Esa tarde al salir del trabajo Belén se va al museo, justo antes de entrar tiene un momento de duda, todo aquello es una auténtica locura, pero no tiene nada que perder, lo más que puede pasar es confirmar que a su amiga le falta un tornillo, pero ella la va a seguir queriendo igual.

Se arma de valor y entra, en esta ocasión ni la piden escanear el bolso, debe tener cara de mujer de fiar. Coge un mapa y se va a la sala de Kandinsky, allí está el cuadro, delante de ella. Saca el movil y activa la app, centra el cuadro y pulsa ok.

Lo siguiente un flash y está dentro, entre una multitud delante de una iglesia, en principio es Munich. Se mira y va vestida de la época, va a uno de los muchachos que ofrecen la prensa y comprueba la fecha, efectivamente es el día adecuado. Tiene anotada la dirección del albergue donde se aloja amigo que al que va a visitar Hitler.

Localiza el domicilio, se esconde y espera, pasan las horas y cuando está apunto de tirar la toalla aparece un jovencísimo Hitler, se acerca y le pregunta:

  • Suche ich Alfred?
  • Ja 

Sin mediar palabra le apuñala en el corazón y pulsa la cruz en el móvil para salir.

De nuevo un flash y se encuentra en el museo, ¿Que habrá pasado? ¿Será real o una nueva tecnología virtual experimental? 

Mira a ambos lados, cómo si alguien pudiera delatarla, y con la culpabilidad en el rostro sale a la calle. Nada más poner un pie en la acera se da cuenta que en los mástiles de la Plaza de Neptuno cuelgan tres banderas nazis. ¿Que ha hecho? ¿Cómo es posible? Se apoya en la pared y empieza a hiperventilar.  

Una vez logra calmarse, necesita información, puede que haya salido en un universo paralelo. 

¡Claro! ¡libros de historia! Tranquilamente, cómo si todo fuera normal, camina hacia la Casa del Libro de la Gran Vía. Sigue donde esperaba, sube a la sección historia y hojea un libro.

Se tiene que sujetar en la mesa, Hitler a desaparecido de la Historia, pero en su lugar, quién se hace cargo del partido es Hermann Göring, a su mando la Luftwaffe vence a la RAF inglesa y esa es la curva de inflexión de la guerra. ¡Los nazis han ganado la segunda guerra mundial!

A Belén le tiemblan las manos y las piernas, esta vez la ha cagado pero bien. Deja el libro y va a buscar su coche que está aparcado donde lo dejó, no para de dar vueltas a la cabeza, lo que más desearía es que todo esto fuera una pesadilla debida a los efectos del exceso de vino de la noche anterior.

Continuará…

Miriam E. Monroy

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1 month ago