las escenas del comercial

El Despertar

En algunas ocasiones son los objetos los que nos seleccionan a nosotros y no al revés. En la mesa de mármol del café Juanjo devora las hojas de un libro. Se trata de una edición de bolsillo, aunque es un buen tocho, de esos de papel biblia y letra pequeña. Su espalda se va encorvando sobre el ejemplar y la nariz se pierde en su interior captando el olor a papel viejo.

El ejemplar de la caverna de Saramago lo había encontrado abandonado en un banco del Retiro, como buscando dueño, después de esperar un buen rato por si llegaba su legítimo propietario decidió darle un nuevo hogar

Juanjo se aproxima a los cincuenta, hacia años que había perdido la forma y el espíritu, encerrado en un trabajo anodino y rutinario que le había convertido en una fotocopia en blanco y negro con sus vaqueros y camisa de cuadros comprados en el chino de la esquina.

Su rutina diaria consistia en ir de casa al trabajo y del trabajo a casa, tarde de televisor y noche de orfindal. Había olvidado como años antes, cuando todavía no había sido aplastado por la vida, su corazón latía a ritmo de literatura, tertulia y esperanza.

Al pasar las páginas se da cuenta que hay determinadas palabras subrayadas, pasa las yemas de su mano por encina, como en un hechizo. Llama al camarero para pedirle un boli y en la misma servilleta las va apuntando hasta completar un mensaje:

“Bienvenido a los amigos de los libros sin dueño” Calle Mayor 10, jueves 20 horas

Dobla con cuidado la servilleta, se la mete en el bolsillo y se marcha de vuelta a casa, pero esta noche rompe su rutina, se queda parado frente a la libreria del salón, se había convertido en un elemento más decorativo que práctico, al volver a ver los lomos de los libros su corazón de nuevo vuelve a latir con fuerza.

Esa semana espera con ansia la llegada del jueves y se dirige al sitio indicado, se trata de un café pastelería, delante de su escaparate duda un instante, todo aquello parece una locura pero su curiosidad puede más y entra con su libro bajo el brazo.

En el interior hay una mesa con cinco personas que charlan animadamente, al verle uno de ellas se levanta y se acerca a Juanjo y le dice:

“Bienvenido, te estábamos esperando”.

Miriam E. Monroy

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1 month ago