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A mi Subconsciente le gusta jugar con Monstruos

En las oscuras y húmedas grutas escondidas tras las cascadas, se encuentran las misteriosas respuestas a las preguntas anheladas.

A mi subconsciente le gusta jugar con monstruos. Por eso, en un mismo contexto me congrega con el payaso de It y enormes osos rusos furiosos.

También me organiza visitas turísticas a vestuarios de azulejos blancos,  situados en fúnebres sótanos, donde los instintos más primarios entre humanos se materializan.

La estrella invitada de esta noche que no me deja tranquila, es una joven humana poseída por satán. Que recorre los fríos pasillos, del lúgubre laberinto en mi búsqueda.

Lo peor no es el épico entorno, ni la soledad que mi alma atesora en esos entornos de miedo y de oscuridad.

Lo peor, sin duda, es el momento chicle.

Siempre tamaño Bang Bang. 

El sabor a fresa ácida impacta en mis glándulas salivares. Empiezo a masticar empapando el chicle en saliva. 

Después de un breve instante, la goma de mascar se vuelve insípida convirtiéndose en una gran bola pegajosa, que no me deja hablar y me empieza a asfixiar.

Extraigo lo que puedo con mis dedos y lo lanzo al suelo.

Una gran parte del Bang Bang se queda enganchado en mis molares. Pruebo una y otra vez a estirar cuidadosamente el chicle de entre mis dientes. 

Imposible, está demasiado adherido. Si no voy con cuidado, al tensar el chicle la muela se empieza a mover.

Esta noche no he acabado como de costumbre, sin dientes.

Esta noche me he permitido no pelear, conservando mi mejor molar y la vida de alguien de mi entorno.  

Bonus track que me brinda mi subconsciente.

Se ha matao Pepe, gritaba uno de los 30 operarios hacinados en una obra en construcción.

Pepe se encontraba colgado por el cuello de la viga del techo, que aguantaba su poco peso.

Los operarios susurraban chismorreos. 

Pepe moreno de pelo, con bigote espeso y blanco de piel, vestía con un mono de trabajo azul. Desde mi posición se vislumbraba un corte en el centro de la cara, de la que había brotado sangre.

Pepe se encontraba ahorcado con varias bridas finas y negras que le rodeaban el cuello, presionando su nuez.

El capataz subió con una escalera hasta donde Pepe se encontraba, sacó un cutter y sin decir ni mu de un corte sesgó el cuerpo de la cabeza.

Seguidamente cortó las bridas con el mismo cutter que mantenían a Pepe suspendido y cogiéndolo de los pelos, la levantó.

 Exhibiendo su cabeza al público para posteriormente lanzarla al suelo.

Ante mi perplejidad de estos acontecimientos me he despertado. 

Candela Decadente

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1 month ago